Momento de la verdad
Así como Miyagi fue el maestro en Karate Kid, el viaje a Brasil se convirtió en una experiencia que cambió la vida del joven guerrero. Un voluntariado guiado por Aiesec Rosario (una organización que promueve experiencias de intercambios estudiantiles y tiene alianza con la universidad) lo llevó a la pequeña ciudad de Santos para enseñarles inglés a personas de escasos recursos. No obstante, la gran enseñanza se la llevó Juan Manuel, a tal punto que enfocó su ruta en una vieja pasión.
Como el llamado de la selva, se acercó a la capoeira, una expresión cultural afrobrasileña que además de música y danza tiene las artes marciales que tanto lo han marcado. Tras casi dos años lejos de esas disciplinas, las vivencias fueron muy grandes no solo dentro de la práctica de este deporte, sino al convivir con los brasileños en esa población durante sus tres meses de viaje (ver recuadro Colores de Brasil).
Reavivar la llama de las artes marciales como un espacio de escape y entender la realidad de la pobreza en Brasil le abrieron un panorama de pensamiento que fue un impulso a metas muy poderosas. Como si fuera una especie de Daniel LaRusso en Karate Kid, Juan Manuel entendió la capoeira como un símbolo de fraternidad para ofrecer con su conocimiento un beneficio a los demás.
Juntos para vencer
Con el coraje de todo un Chuck Norris, Juan Manuel volvió a Colombia con la voluntad de ser un factor de cambio. Tras salir de lo que él mismo denomina una burbuja, entendió que tendría que proyectarse con el conocimiento que le daba la Universidad del Rosario y recuperó la práctica constante de la capoeira en Bogotá, donde convive con principios muy valiosos (ver recuadro Valores del atleta).
El día que nació, el 11 de junio de 1998, Camerún empató 1-1 contra Austria en el Mundial de Fútbol disputado ese año en Francia. Como si el destino dijera algo, un país con 40 por ciento de pobreza le dio pelea a un europeo con indicadores mucho mejores. A pesar de que sin duda es una casualidad, es cierto que la convicción de este cartagenero está en que no se debe subestimar a quienes tienen escasos recursos.
“Muchos de los programas que hacen los gobiernos nacionales y las alcaldías están llevados por los prejuicios respecto a la pobreza. Me da mucha risa cuando las personas que hacen planes piensan que las personas que viven en pobreza son estúpidas”, asegura, y añade que suponen que no se les puede dar un recurso porque lo dilapidan. “Eso es totalmente un estereotipo, porque tienen la necesidad de comer y van a utilizar el recurso para eso, y no pueden pensar que esas personas toman decisiones como si fueran tontos”, agrega.
De ahí empezó a planear su próximo paso para luchar por su propósito.